domingo, 16 de agosto de 2009

Un príncipe desheredado por gay

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NUEVA DELHI.- Igual que en los cuentos de las Mil y una Noches, un príncipe indio ha decidido renunciar a su fortuna, su buen nombre y su herencia a cambio de la felicidad. Pero esta vez no hay princesas de por medio, sino otros hombres.
Manvendra Singh Gohil, heredero al trono de Rajpipla, descubrió que era gay a los 10 años. Pero fue criado en un entorno tan protector que, por increíble que parezca, su familia le impidió cruzar la calle solo hasta que era un adolescente. Desde entonces, el joven Gohil provocó el rechazo de la rancia nobleza india con multitud de escándalos: desde un romance tortuoso con un sirviente de la casa al matrimonio, forzado por sus padres, con una princesa menor de edad que convenía a la familia.

El futuro maharajá devolvía con disgustos la exclusiva educación que su padre había planeado para él. Los escarceos de juventud fueron silenciados y el matrimonio con la princesa se resolvió con un divorcio apresurado sin siquiera haber consumado la unión, pero Manvendra se vio obligado a continuar manteniendo la fachada de respetabilidad que su título y sobre todo su familia le exigían.

En Bombay comenzó a llevar una doble vida y a colaborar cada vez más activamente con organizaciones que luchaban contra el sida y acabó fundando la ONG Fundación Lakshya: «Cuando mis padres creían que estaba en clase de yoga, en realidad andaba repartiendo condones entre los jóvenes».

Pero la situación era insostenible, y hace cinco años Manvendra sufrió una crisis nerviosa que le llevó a estar internado 15 días en el hospital. Poco después, su psiquiatra reunió a toda la familia para pedir a los ilustres de Rajpipla que admitiesen los hechos y aceptasen la homosexualidad del primogénito de la familia. Sin éxito.

Harto de simular, en marzo Manvendra declaró a un periódico su condición de gay. «Se vendió como pan caliente», recuerda el joven príncipe. No satisfecho con eso, y para despejar cualquier duda, el heredero acudió hace pocos días a los platós de las televisiones nacionales para repetir ante las cámaras su condición sexual.

Al día siguiente, un grupo de airados vecinos de su ciudad natal arrojaba fotografías del príncipe heredero a una hoguera, y los Rajpipla publicaban un anuncio en la prensa repudiando y desheredando públicamente a un ya aliviado Manvendra. Su madre ha amenazado con demandar a quien se dirija a él como hijo suyo.

La estirpe de los maharajás de Rajpipla siempre estuvo acostumbrada a hacer lo que le venía en gana, pues no en vano el suyo era uno de los estados principescos que continuaron regidos por familias reales indias incluso durante la dominación inglesa.

Aparte de tierras y propiedades en Gujarat, los Rajpipla conservan aún el derecho a ser recibidos con salvas de 13 cañonazos, y se cuenta que en la década de 1930 la familia obligó a todos los habitantes de la aldea de Vadia a abandonar sus casas, que fueron demolidas para construir un inmenso palacio en su lugar.

Pero el último vástago de los Rajpipla dice que «no lamenta» ser despojado de tales privilegios a cambio de una vida «honesta». «Acepto lo que mi familia ha decidido; no voy a pedir nada, renuncio a todos mis derechos», dice Manvendra. Y es que quizá, continuando con la tradición de los Rajpipla, ha logrado hacer lo que le apetecía, aunque para ello haya tenido que renunciar a casi todo.

LO DICHO Y HECHO
«Cuando mis padres creían que estaba en yoga, andaba repartiendo condones entre los jóvenes»

1966: Nace en el seno de una familia real india. 1976: A los 10 años descubre que es gay, aunque se lo oculta a sus padres por un tiempo. 1991: Le obligan a casarse con una princesa menor de edad, aunque se divorcia sin haber mantenido relaciones sexuales. 2002: Decide separarse de su familia, que desaprueba su comportamiento «inaceptable socialmente». 2007: Tras anunciar su homosexualidad en televisión es desheredado.

Fuente: http://www.elmundo.es/papel/2007/04/16/ultima/2110827.html

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